martes, julio 30, 2013

RECORDANDO A LA GENTE DE QUE NADIE SE ACUERDA

SAMANTHA SMITH

En 1983, en la plenitud de la Guerra Fría, Samantha Smith, una niña de diez años nacida en un pueblo pequeño de Manchester, Maine, le escribió una carta al presidente soviético Yuri Andropov donde le suplicaba una solución pacífica a las tensiones EE.UU.-soviéticas de aquella época. 
La historia de Samantha se volvió titular internacional y al mismo tiempo una poderosa propaganda que pudo ser la una de las razones principales que marcaron el principio del desenlace de la Guerra Fría.

Estimado Sr. Andropov,
Mi nombre es Samantha Smith. Y tengo diez años.
Lo felicito en su nuevo trabajo. He estado preocupándome por que Rusia y los Estados Unidos entraran algún día en una guerra nuclear. ¿Usted quiere una guerra o no? Si no esta deacuerdo  por favor dígame cómo usted va a ayudar a no tener una guerra. Esa pregunta usted no la tiene que contestar, pero me gustaría saber por qué usted quiere conquistar el mundo o por lo menos nuestro país. Dios hizo el mundo para nosotros vivir juntos en paz y no para luchar.
Atentamente,
Samantha Smith

Samantha nunca se imagino el tremendo impacto que esta carta haría en su futuro. Siguio con sus estudios en la Escuela Elemental de Manchester, Maine dónde cursaba el quinto grado hasta meses después Samantha recibió una carta de el  mismisimo Sr. Andropov. 
Samantha no podría creerlo. ¡Hasta entonces, ella no estaba segura que el Presidente Andropov había recibido la suya!

En la respuesta del presidente ruso Andropov, de poco más de dos páginas. El presidente la comparo con el personaje de ficción "Becky Thatcher" de la novela Tom Sawyer de Mark Twain. Él le dijo a Samantha que era una persona "valiente y honrada", mientras le aseguro que la Unión Soviética estaba intentando hacer todo lo posible para que no hubiera ninguna guerra entre ambos países.
Cuando los reporteros le preguntaron a ella que pensó de la respuesta de Andropov la niña dijo que le pareció que habia recibido la carta de un amigo. Al final de su carta, Andropov invitó Samantha a visitar la Unión Soviética para ver si le gustaban las personas y el país.

Samantha y sus padres decidieron aceptar la invitación de Sr. Andropov. Recorrió el país, conocieron la primera mujer que viajo en el espacio, Valentina Tereshkova, a el embajador americano, y compartió con las juventud soviética acampan Artek, en el Mar Negro. Tanto las personas en la Unión Soviética y los Estados Unidos observaron a Samantha a traves de la TELEVISIÓN. Samantha ganó sus corazones. Ella era amistosa y alegre, una niña bonita con una sonrisa grande.
Se hospedaron en un dormitorio con otras nueve muchachas, Samantha paso su tiempo nadando, hablando, aprendiendo bailes y canciones rusas. Encontró nuevos amigos que también al igual que ella se preocupaban por la paz mundial.

Samantha poco después escribió un libro sobre su viaje y experiencias  en ese país. En la primera página escribió,  "Dedico este libro a los niños del mundo". "Ellos saben que la paz siempre es posible."

Samantha Smith llegó en su momento ser reconocida como una representante mundial de la paz.
Pero, como todo lo bueno en la vida no duró. En Agosto de 1985, Samantha y su padre fallecieron tragicamente en un accidente aéreo, Solo tenia 13 años de edad.
Así, pendejamente, se le fue de las manos al mundo una "esperanza", una "posible" mujer que pudo haber sido algo positivo o alguien grande. Pero, como vivimos en el mundo real...
Y cuando no logramos buscar respuestas a tan absurdas circunstancias de la vida solo atinamos a decir:  la típica frase "cliche", "El legado de Samantha no se olvidará
Samantha recibiendo flores a su llegada a Rusia en 1983

El gobierno soviético emitió una estampilla postal en su honor, y también nombró un diamante, una flor, una montaña, y un planeta a su memoria. 
Una estatua tamaño natural de Samantha que suelta una paloma y un cachorro del oso a su lado (el oso es un símbolo para Maine y Rusia), esta ubicada cerca de la capital de Maine en Augusta. Donde prevalece el legado de una niña que cuya inocencia pudo tocar el corazón mas duro que puede tocar un ser humano y es el de la sensibilidad humana.

Hoy en día, nadie se acuerda de Samantha, ni siquiera la mencionan en los medios informativos, solo su familia y las personas que pasan frente a su estatua allá en el pueblito de Maine. Tendría 41 años.

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